Dos presidentes andinos han superado las mociones parlamentarias que pusieron en peligro su permanencia en el poder. El peruano Pedro Castillo, abanderado de la izquierda radical que cuenta con apoyos moderados, y el ecuatoriano Guillermo Lasso, conservador con respaldo del centro-izquierda, consiguieron el visto bueno de congresistas y parlamentarios

En el caso del Perú, un país donde destituir a un presidente es relativamente fácil, Castillo se vio con el agua al cuello. «Hermanos, demos fin a las crisis políticas y trabajemos juntos para lograr un Perú justo y solidario. El pueblo nos ha confiado sus anhelos, no lo defraudemos», se congratuló tras salvar de forma agónica el primer jaque de la oposición derechista contra su presidencia.
Seis votos separaron a quienes presentaban la moción de los 52 escaños necesarios para obligar al maestro de Cajamarca a que se defendiera personalmente ante el Parlamento de las acusaciones que se han levantado contra él. Contra la vacancia se manifestaron 76 diputados y cuatro se abstuvieron.

Un reporte del diario El Mundo indica que el oficialismo consiguió así darle la vuelta a una votación que tenía perdida el domingo. Primero llegó el apoyo de Vladimir Cerrón, líder de Perú Libre (PL) y estrecho aliado de las revoluciones continentales, quien pese al distanciamiento que mantiene con el gobierno «caviar» decidió evitar la caída de su antiguo aliado. «Fracasó el fascismo, fracasó el golpe parlamentario a la democracia», clamó entusiasmado tras la votación, pese a que durante días contempló la posibilidad de empujar al vacío político a quién él mismo ungió como abanderado de PL en las presidenciales.
Mientras tanto, en Quito, la Asamblea Nacional exhortó a Lasso para que comparezca a dar explicaciones sobre el escándalo de los Papeles de Pandora. «Cuando uno trabaja de forma transparente, la verdad siempre prevalece», enfatizó el presidente tras asegurar la Contraloría del Estado que no había vulnerado la ley con sus inversiones en el exterior.

